IFS Food 7: IFS. 04.02. PREREQUISITOS – Prerequisitos Agua
En el marco de la seguridad alimentaria, el agua desempeña un papel fundamental. En la normativa IFS Food 7, se le da especial importancia a este recurso debido a su influencia directa en la inocuidad de los productos alimentarios. Las directrices establecidas en el requisito IFS. 04.02 se centran en asegurar que el agua destinada a cualquier proceso relacionado con la producción de alimentos cumpla con los estándares de calidad y seguridad.
El agua utilizada en la industria alimentaria debe ser de calidad potable. Esto implica que debe ser adecuada para el consumo humano y cumplir con las regulaciones pertinentes en cuanto a contaminantes químico, microbiólogicos y físicos. La normativa IFS Food 7 exige un monitoreo constante de las características del agua, mediante análisis regulares que validen su estado de potabilidad.
Además, es obligatorio contar con sistemas de tratamiento de agua eficaces. Estos sistemas deben garantizar la eliminación de cualquier contaminante que pueda poner en riesgo la inocuidad de los productos alimentarios. La documentación y el registro de las operaciones de tratamiento son esenciales para demostrar la consistencia y eficacia de los procedimientos implementados.
La gestión y control del agua no se limitan a su calidad. También involucra la manutención de las infraestructuras que la transportan y almacenan. Es crucial que las tuberías, tanques y otros equipos sean inspeccionados y mantenidos regularmente para prevenir cualquier tipo de contaminación cruzada o deterioro que pudiera comprometer la calidad del agua.
El IFS Food 7 también aborda la importancia de la capacitación del personal en relación con el manejo y control del agua. Los empleados deben estar plenamente conscientes de los protocolos establecidos y recibir formación continua sobre prácticas seguras y eficaces de uso del agua en los procesos productivos.
Implementar y seguir rigurosamente estos prerequisitos garantiza que el agua utilizada en la producción de alimentos no solo cumple con los estándares de calidad necesarios, sino que también contribuye a la protección de la salud pública y a la seguridad alimentaria. El cumplimiento de estas normativas refuerza la confianza de los consumidores en los productos y en las empresas que los producen.
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